De manera muy errónea en muchas ocasiones se dice que las personas con TEA no son cariñosas o no les gusta el contacto físico. Este gran mito viene dado por las grandes dificultades que tienen estas personas por comprender las relaciones sociales o las emociones, pero esto no implica que no tengan sentimientos o no muestren la necesidad del afecto hacia otras personas.
La incomprensión por parte de la sociedad hacia las conductas TEA, dan lugar a numerosas barreras en su día a día que provocan que en ocasiones le quitemos la oportunidad de sentir en su propia vida el amor hacia otras personas.
Pero cuando trabajas con personas con TEA te das cuenta que cada contacto físico tiene consigo una gran fuente de amor y cariño, hasta tal punto de exigencia en el que logran adaptarse a un mundo de normas y rutinas que no comprenden o les parecen innecesarias, ya que en muchas ocasiones son muy abstractas.
