Desgraciadamente, hoy en día sigue habiendo muchos niños/as en nuestros coles que son víctimas de acoso escolar, a veces esto incluso va más allá del propio centro y los abusos verbales y/o físicos se desplazan a otros contextos donde la desprotección de la víctima es mayor. Desde nuestra visión como maestros/as, debemos erradicar este problema desde la raiz, no cayendo en tópico de pensar que "esto puede que sea solo un hecho puntual" o quitándole importancia, ya que de esta manera estamos haciendo ver a los niños/as acosados que no pueden confiar en las personas adultas cuando más las necesitan. Debemos trabajar de manera coordinada con toda la comunidad educativa, para llevar a cabo las medidas oportunas y erradicar el problema cuanto antes. El diálogo es una herramienta fundamental en estas situaciones, y más entre profesor/a y alumno/a. Debemos hacer sentir al alumnado que estamos ahí en todo momento para lo que necesiten y que pase lo que pase, siempre podrán contar con nosotros. Existen varias metodologías y dinámicas que nos ayudarán a mejorar la situación, aunque ninguna va a ser mejor que otra. Lo esencial es que, usemos la que usemos, la adaptemos siempre a nuestro contexto particular. En el caso del alumnado con Diversidad Funcional, el acoso escolar está a la orden del día. Se trata de uno de los colectivos más afectados por el bullying al salirse de lo que el resto de sus compañeros y compañeras consideran "normal". Pero... ¿realmente existe la normalidad? Pues no, la normalidad no existe debido a que todos los seres humanos somos diferentes los unos de los otros y todos tenemos algo que nos hace ser especiales, únicos e irrepetibles. Por esto mismo, tener una discapacidad no debe ser objeto de burla ni un motivo para menospreciar a una persona. Al contrario, deberíamos pararnos a observar la sociedad y nos daríamos cuenta de que estas personas son dignas de nuestra admiración, ya que a pesar de tener que convivir con las dificultades del día a día, son capaces de adaptarse e ir rompiendo poco a poco todas esas barreras sociales que les dificultan alcanzar sus metas y sus sueños. Sin duda, el acoso escolar nace en la falta de una Educación Emocional desde la base (no solo en la escuela sino también en el hogar), en la que se inculque a todas las personas desde el día en que nacen una serie de valores de respeto, altruísmo, tolerancia, equidad, responsabilidad... para que sean capaces de valorarse y respetarse entre ellos, dejando de lado la imposición y el egoísmo de querer dominar con sus actos la vida de la otra persona o intentar estar por encima de los/las demás. Hagamos que nuestros niños/as pongan de una vez por todas en los pies en la Tierra y vean la Realidad... una realidad en la que todos/as somos diferentes y, por ello, necesarios para que este mundo funcione mejor. Un mundo donde la comunicación sea el pilar fundamental de intercambio de opiniones, y donde la violencia no sea la solución fácil a nuestros problemas. Debemos tener en cuenta que los/as niños/as agresores/as, aunque muchas veces todavía no son conscientes de la magnitud de sus actos, acabarán siendo personas adultas en algún momento, y las víctimas seguirán creciendo sin poder dejar atrás esas vivencias que le marcarán por el resto de sus vidas.
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